Ixone Díaz
Asediada por grupos de talibanes armados (que llegaron a exigirle que se cubriera el rostro mientras la amenazaban con un látigo) y cubierta con una túnica negra en todas sus conexiones en directo, la periodista norteamericana de la CNN Clarissa Ward se ha convertido en el rostro de Occidente en la crisis afgana y en dar voz a las mujeres afganas . Con una incesante banda sonora de disparos y explosiones de fondo, Ward ha recogido el testimonio de los afganos que intentaban huir del país, ha entrevistado a combatientes talibanes e interrogado a John Kirby, secretario de prensa del departamento de Defensa de Estados Unidos, sobre los planes del ejército norteamericano en el país árabe. Mientras el caos en la evacuación de miles de ciudadanos afganos continúa en el aeropuerto de Kabul y mujeres como la artista Rada Akbar , la empresaria Roya Mahboob o la activista y ex parlamentaria Fawzia Koofi denuncian el drama al que se enfrentan millones de mujeres ante la llegada de un gobierno extremista , Ward ha reivindicado con su trabajo como corresponsal jefe de internacional de la CNN el papel fundamental (y cada vez más complicado) de los reporteros de guerra en las zonas de conflicto bélico.
Evacuada el pasado viernes en un avión militar norteamericano que le llevó a Doha, Ward llegó a Afganistán a principios de agosto . Lo hizo para cubrir el avance talibán en el territorio, pero también para realizar un reportaje sobre el 20 aniversario del 11-S. Pero la ofensiva talibán cambió sus planes. Durante tres semanas, Ward ha trabajado 19 horas al día en busca de localizaciones y testimonios y encadenando una conexión en directo con la siguiente. No era su primera vez en el país. En 2019, logró acceso exclusivo al territorio controlado por los extremistas y realizó una serie de reportajes en madrazas y hospitales.
Curiosamente, Ward nunca quiso ser periodista . Soñaba con dedicarse a la interpretación. Pero el 11-S lo cambió todo para ella . Ha contado que los atentados terroristas la convirtieron en una "adicta de la actualidad" y después de graduarse en Yale, estrenó su vocación trabajando como becaria en la oficina de CNN en Moscú.
Con 25 años le suplicaba a su jefe que la enviara a Irak y, desde entonces, ha trabajado para cadenas como Fox, ABC o CBS e informado desde zonas de conflicto como Siria o Yemen. Cubrió la revolución de Ucrania, el golpe militar en Myanmar y el tsunami en Japón. Ha investigado sobre el envenenamiento del opositor ruso Alexei Navalny o el asesinato del periodista Jamal Khashoggi y ha entrevistado a personajes tan relevantes como Hillary Clinton .
Multipremiada y políglota (habla francés e italiano con fluidez y se maneja en ruso, árabe, español y hasta mandarín), está casada con el financiero Philipp von Bernstorff y es madre de dos hijos. En una entrevista con 'The Hill', Ward explicaba hace unos días que nunca ha tenido vocación de heroína. "Se ha dicho de mí que soy valiente y no tengo miedo. Y no es cierto. Claro que tengo miedo. No me gusta estar en situaciones en las que las balas silban sobre mi cabeza. Me estremezco cada vez que escucho un disparo. Odio las balas tanto como cualquiera".
Sin embargo, su trabajo en Afganistán ha logrado abrir el debate sobre cómo debe cubrirse la información en zonas de conflicto en las que gobiernan los extremistas, algo que afecta particularmente a las mujeres. De hecho, Ward ha explicado que su posición, como periodista occidental, es privilegiada. Los informadores afganos, y sobre todos las periodistas locales, se enfrentan a una situación mucho más peligrosa e incierta. Y a pesar de todo, hace unos días, la cadena de televisión Tolo News , una de las más populares de Afganistán, decidió volver a situar a sus periodistas frente a las cámaras .